…algo quizás imposible en esta
ciudad: que sus vecinos valoren sus monumentos y pidan responsabilidades por su
cierre. Aunque el templo no tenga cofradías…
Pocos sabrían decir el tiempo que lleva
cerrado el único templo realmente barroco de la pretendida ciudad barroca.
Pocos diferencian al San Luis de palo, el que da inicio al verano, del San Luis
Rey de los franceses, el que da nombre a la iglesia de más atrevida planta de
la ciudad. Pocos saben situar en el mapa la antigua calle Real, con origen en
el antiguo cardo romano, que cambió su nombre por un noviciado jesuita de
efímera y azarosa vida. Quizás es que San Luis de los Franceses, el recinto que
acoge dos templos desacralizados, perdió su función hace tiempo, cayendo en el sevillano
olvido y en las manos de políticos que un día tras otro anunciaron el proyecto
final, la solemne apertura, la definitiva “puesta en valor”, esa vacía y
cacareada expresión de tertulias que incide en algo quizás imposible en esta
ciudad: que sus vecinos valoren sus monumentos y pidan responsabilidades por su
cierre. Aunque el templo no tenga cofradías…
Las enésimas palabras del presidente de
la Diputación Provincial aludiendo a su próxima apertura (“tres o cuatro
meses”, un nuevo plazo indefinido en la ciudad que sólo cumple a duras penas
con el reloj en Semana Santa), deberían ser una llamada a un tiempo nuevo. Los
relojes están en marcha. La joya de San Luis sería en cualquier ciudad motivo
principal de visita, de atracción turística, de contemplación artística, de
dinamización cultural (otra palabra vacía tan de moda) y de atracción
económica. Aquí no: en San Luis no hay cofradías, aunque acogiera imágenes y
fuera sede ocasional de parroquias, aunque una hermandad habría luchado más por
su apertura y conservación. Pero el diseño de su puerta y sus escalones impiden
los tambores. Mejor. Así, algún día podremos escuchar el sermón labrado en su
cúpula que da sentido al edificio, una cita del Libro de los Proverbios: si
quit es parvulus veniat ad me. “El que es como un niño, que venga aquí”. Como
niños esperamos su apertura. Como adultos, hemos puesto en marcha el reloj,
vanitas barroca, que inicie la cuenta atrás hacia la contemplación de la que
fue “del orbe la octava maravilla”.
Parte del artículo publicado en el diario ABC de
Sevilla, Pasión en Sevilla, el 24 de agosto de 2015.
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