Este trágico suceso fue el origen de una de las marchas más inspiradas y piadosas de nuestra Seana Santa "Virgen del Valle"
Una de las marchas procesionales más
antiguas, y tal vez de las dos o tres mas inspiradas y piadosas, muy lejos de
la desagradable fanfarria que actualmente nos sorprende tras muchos de los
estremecedores y piadosos misterios de nuestra Semana Santa, es la marcha
“Virgen del Valle”. Como es sabido, su
autor es el maestro Vicente Gómez Zarzuela. Pero es menos conocido el trágico
origen de esta conmovedora música, del que se hizo eco la prensa nacional publicándose incluso grabados
del pintor José Arpa en el Nº XLIII de la revista “La Ilustracion Española y Americana”,
de 22 de noviembre de 1896 y recogen, con
abundantes detalles del pleito que motivó la tragedia, dos publicaciones
coetáneas de los hechos, editadas por la Tipografía de
la Viuda de Gironés (Sevilla, 1899), hechos igualmente relatados recientemente,
entre otros, por Manuel Rodríguez Aguilar
y, en el libro “Historia de la marcha Virgen del Valle”, por José Manuel
Delgado.
Esto fue lo ocurrido: En el tristemente célebre año de 1898,
un grupo de amigos, muy conocidos en la sociedad sevillana, tomaron el
vaporcito “Aznalfarache” para ir de caza al coto Doñana. El barco era un pequeño vapor de río de la Sociedad “Camacho y Cía”, que hacía
normalmente la carrera de Sevilla a la Puebla del Río, junto a Coria del Río,
con escalas en San Juan de Aznalfarache, Gelves y Coria del Río; había sido construido
en Burdeos con 28 TRB, 19,60 metros de eslora, 3,10 metros de manga, 1,45
metros de puntal, y una pequeña máquina de vapor de 15 NHP que le propulsaba a
una velocidad máxima de 6 nudos. Era la medianoche del 7 al 8 de noviembre de 1898, noche
tranquila de luna clara. A bordo,
veintitrés personas: los diecinueve amigos, el patrón Antonio Martínez Montes, un
mecánico, un marinero y un camarero. Tras parar en San Juan de Aznalfarache
para cenar, y en Coria del Río donde embarcó otro amigo, continuó su navegación
entre música y risas de los viajeros.
Aproximadamente a las cinco de la
madrugada remontaba el Guadalquivir el vapor “Torre del Oro”, buque que hacía
el servicio mercante entre Sevilla y Marsella, de gran porte, fabricado en los
astilleros ingleses en 1887, con 1.321 TRB, 74,33 metros de eslora, 9,55 metros
de manga y 5,27 metros de puntal movido por motor de 130 NHP que le permitía
una velocidad de 10 nudos. Al mando el capitán José Heredia González. A la altura
del Caño de la Mata, el “Torre del Oro” colisionó con el “Aznalfarache” con tal
violencia que el pequeño vapor se hundió rápidamente a una profundidad de 22
pies. Solo se salvaron el patrón y el
librero Juan Antonio Fe , muriendo el resto de los pasajeros que iban en sus
cabinas: Javier Ruiz de Lecanda, interventor de la sucursal del
Banco de España y su amigo Fernando Aguilera, profesor de la clase de modelado
y vaciado de la Sociedad Económica; Francisco Pro, dueño de un establecimiento
de perfumería y juguetes y sus dos dependientes Manuel Vázquez Marín y
Sebastián García Alfonso; Antonio Enrile, capitán de ingenieros retirado;
Manuel Alvear, cajero del Banco de España; Enrique Peña, joyero; Jacinto Mora,
agente comercial; Alberto Barrau, hijo del ingeniero Leoncio Barrau; José
Camacho, comisionista; Ricardo Villegas, pintor y hermano del célebre pintor
José Villegas; Baldomero Vidal, comerciante; Baldomero Sánchez de Toro,
comerciante; Juan Gonzalo, sombrerero; Enrique Castellanos, hijo de industrial
de cerámica y un comisionista de la casa Fe; el maquinista del Aznalfarache conocido por Pepe el maquinista, el marinero José
Núñez y el cocinero Joaquín Suero.
Vicente Gómez
Zarzuela, que en la fecha tenía 28 años, consternado por la gran tragedia, se
puso inmediatamente manos a la obra y compuso la marcha “Virgen del Valle” en
homenaje de su difunto amigo Alberto Barrau. El extraordinario homenaje musical,
dedicado a la “Virgen del Valle”, trae en sus notas inspiradas el recuerdo del luctuoso
hecho y aunque la gran mayoría de los cofrades, y por supuesto la inmensa
mayoría del público oyente no informado, no se den cuenta, constituye de hecho
una majestuosa oración sonora por este grupo de buenos sevillanos y un llanto
imperecedero por su lamentable pérdida.
2 octubre 2015
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