Antoñito entraba en
la categoría del pesao ferial, especie superlativa y excesiva del clan de los
eruditos
Un mal día de abril, Antoñito el Erudito
acompañó a su amigo José Foráneo en su paseo por la Feria. Antoñito entraba en
la categoría del pesao ferial, especie superlativa y excesiva del clan de los
eruditos. Desde la llegada al Real, su compañía fue una auténtica disertación:
“Mira Pepe, andar por la Feria es una
clase de historia de la tauromaquia. Ahí lo tienes. Calle Costillares. Origen
del toreo. Uno de los primeros toreros a pie que se conocen. Porque tú sabrás
que antaño se toreaba a caballo y que en San Bernardo se toreaba a las reses
antes de sacrificarlas. Su propio apodo lo indica. Costillares. En realidad se
llamaba José Rodríguez, y quizás sepas que se le atribuye la suerte de matar a
volapié...”. Pepe no lo sabía. Como tampoco conocía lo de Pepe Illo. Segunda
caseta. “¿Qué no lo sabes? Fue otro de los toreros más destacados del siglo
XVIII. Nació en 1754, y fue bautizado en el Salvador. Parece que el apodo Illo,
según Thebussen, viene de la deformación de Joselillo. Un torero muy cofrade
que llegó a regalar un San José al Baratillo. ¿No lo sabías?”. Claro que no.
Tampoco sabía que en la tercera caseta
continuaría el monólogo. “Ricardo Torres Bombita. Un torero nacido en Tomares
al que le entró el gusanillo del toro por su hermano Emilio. Si mal no recuerdo
y el Cossío no me falla, tomó la alternativa a manos del Algabeño. ¿Sabes que
durante mucho tiempo fue rival de Machaquito?”. Claro que no lo sabía. El único
Machaquito que conocía Pepe era el del aguardiente. Y pare de contar. Pero la
que no paraba era la erudición.
Cuarta caseta. “Aunque para rivales los
de estas dos calles, Joselito y Belmonte. Fueron la época dorada del toreo en
los años 20. Hasta llegaron a tener su propia plaza, la Maestranza y la
Monumental, que patrocinó Joselito. ¿Tú sabes que en Eduardo Dato queda una
puerta de la antigua plaza de toros Monumental?”. Por supuesto, no lo sabía.
Monumental era el fallo de haber elegido a este compañero de Feria. Pero la
peor fase de las borracheras es la poética. Y llegó...
Quinta caseta. “El Espartero. Torero
popular, hijo del dueño de la espartería de la Plaza del Pan. “Al hijo del
Espartero / lo quieren meter a fraile / pero la cuadrilla dice torero como su
padre”. ¿No conocías la canción?”.
Sexta caseta. Continuaba la pesadilla.
“Ignacio Sánchez Mejía. Murió en Manzanares en 1934, lo mató Granadino, un toro
negro bragao. ¿Conoces la poesía de Lorca?: Que no quiero verla / dile a la
luna que venga...”. El pobre Pepe no pudo más. No sabía nada. No le interesaba.
Aunque en aquel momento le sonó el término espantá aplicado al enésimo torero
de la feria.
Mientras corría, con una sonrisa malévola
imaginaba a una toro Granadino, Bailaor o Perdigón que sólo atendía al bulto de
un maldito compañero de Fe
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