lunes, 30 de marzo de 2015

Soluciones para la madrugada y la carrera oficial




Los problemas de la organización de los recorridos cofrades que este año se han agudizado con los de la Madrugada llegando incluso a forzar la dimisión del delegado del Consejo, tienen una raíz común de comprobación fácil: el aumento de los nazarenos y el crecimiento del público que desea ocupar  sillas en la carrera.
En este último aspecto es notable la información divulgada en el Diario de Sevilla poniendo de manifiesto cómo el Consejo de Cofradías ha recibido peticiones que equivaldrían a sumar 26.562 nuevos asientos a los 34.000 ya existentes.
Conviene, pues, afrontar sin demora el alargamiento de este recorrido unitario. Pero ¿Por dónde hacerlo?... Es la cuestión debatida siempre. Desde mi punto de vista, por el final: Las cofradías dejarían de entrar en la Catedral por la Puerta de San Miguel y lo harían por la del Príncipe, conocida también como de Colón, tras haber ampliado su itinerario por Fray Ceferino González.
En ese espacio frontero al edificio de Correos podría montarse una tribuna con esplendidas perspectivas de la llegada de las Hermandades que haría las delicias de las cámaras de la tele. Una segunda Campana si cabe de mayor atractivo y esplendor que la actual.
Y, si crece sin parar el número de nazarenos, ampliemos sus posibilidades de salir en la cofradía: creemos un doble cortejo. Uno de ida, del templo a la Catedral y otro de vuelta, de la Catedral al templo.
Dos ideas.  Dos soluciones. Al principio pueden parecer insólitas… Analizadas con serena frialdad, factibles.
Sabido es que la Carrera Oficial tiene su origen en el Sínodo de 1604 en el que el Arzobispo Cardenal Niño de Guevara, para tener bien controladas a las cofradías de penitencia las obliga a que se sometan a un recorrido común que confluya en la Catedral.
Lo hacen partiendo desde la Plaza de San Francisco, punto de cita tradicional de los sevillanos para el dolor y el gozo. Para las ejecuciones públicas y para los encuentros festivos. Y así, desde sus inicios, la Carrera se extiende escasamente desde la fachada trasera del Ayuntamiento a la Catedral. Pero pronto empieza a crecer y lo hace prolongándose por la calle Sierpes hacia la Campana.
En este enclave urbano viene a situarse el itinerario común de las procesiones penitenciales inamovible a través de los siglos y engrandecido en la época presente con la multiplicada difusión de los medios radiofónicos y televisivos.
Llegar hoy a la Campana ha venido a ser para todas las cofradías un acontecimiento si cabe más importante que alcanzar la Catedral y los cortejos de muchas de ellas se alargan tanto que su lento desfile puede resultar insoportable a los ojos de los espectadores.
Sobran nazarenos. Especialmente desde la incorporación de las mujeres. Este es un hecho objetivo causa de muchos problemas. El del encaje de la Madrugada también. ¿Por qué no hacer como los costaleros? Implantar los relevos. ¿Tan difícil es trasladar este sistema a los tramos de la cofradía?...
En los últimos años hubo dos momentos en los que estuvo a punto de variar, por diversas circunstancias, el itinerario. El primero fue en 1999 con motivo de las obras de restauración de la Puerta de San Miguel. El Cabildo incluso llegó a plantear al Consejo el cambio de la puerta de entrada de las cofradías. Fue la primera ocasión en que se barajó realmente y sobre el terreno la posibilidad de ampliar el recorrido común por Fray Ceferino. Se llegó a desmontar y a modificar la reja del atrio y el cancel de la puerta del Príncipe para facilitar que todos los pasos pudieran entrar, y se hicieron múltiples mediciones. Al final, y en vista de la complejidad que tenían algunos de misterio para girar y evitar el monumento a Colón y de las razonadas objeciones en este sentido de la Esperanza de Triana, el propio Cabildo dio marcha atrás a su solicitud y se desmontaron los andamios de San Miguel.
La segunda ocasión en que se planteó un cambio fue con el encierro de los mineros de Boliden, para evitar el paso ante el corralito que tenían instalado. El itinerario que se barajó fue el de discurrir por delante del Altar Mayor para hacer estación al Monumento en el Altar del Jubileo, pero no hubo necesidad ante la desconvocatoria del encierro.
Prolongar por el final es lo más sencillo. Requiere una actuación previa: trasladar el monumento a Colón a otro lugar dentro de la Catedral.
No habría que hacer nada más. La Madrugada parece intocable. Pues no la toquemos. Ni los recorridos, ni el orden. “No la toquéis ya más que así es la rosa” que dijo Juan Ramón.

sábado, 14 de marzo de 2015

Paseo al Alcázar

 
Cualquier rincón sevillano en primavera es especial y si ese espacio urbano lo envolvemos con elementos artísticos e históricos, es algo simplemente extraordinario. En nuestra ciudad poseemos innumerables sitios donde se dan esas circunstancias, pero por cercanía permítanme que les hable hoy de nuestro Alcázar.

El tránsito por sus palacios nos causa sin duda, un inigualable enriquecimiento y a su vez nos transporta a mil y un acontecimientos que en el transcurso de la historia se han producido, mientras que el paseo por sus jardines nos ofrece un suave deleite en lugares de reposo y meditación.

Siendo gratuita la entrada para los sevillanos o residentes en la ciudad, es una muestra más de la voluntad alcazareña de integrarse en la cotidiana vida de los sevillanos y así ofrecer las numerosísimas posibilidades que la milenaria historia allí condensada permite. Apreciaciones artísticas, arquitectónicas o botánicas, entre otras muchas, son fácilmente percibidas al pasear por sus palacios y jardines.

Jardines hispanomusulmanes como el de Alcubilla, Danza (donde la naturaleza superó la fantasía), Troya, Galeras, Flores, etc.. Jardines renacentistas como el de las Damas, cuya geometría evoca la boda imperial. Naturaleza urbanizada sin bordes definidos, donde no hay calles sino sendas, nos presenta el jardín inglés. Ordenada cuadrícula con atributos arquitectónicos se reúnen en el jardín del Marqués de la Vega-Inclán o profundidad y soledad la que nos muestra el jardín de los Poetas, hoy coloreados con modernas rosaledas. En síntesis, jardines sevillanos en un palacio real para el disfrute colectivo y sereno en cualquier época del año.

Placeres visuales, aromáticos o sonoros son los que nos proporcionan esos jardines palaciegos con más de medio centenar de fuentes y estanques, que con el rebose del agua nos ofrece uno de los tres sonidos más agradable para el oído del hombre, según un antiguo dicho popular: "La voz de la mujer amada, el tintineo del oro y la caída del agua".

Paseando por tanto, por el monumental recinto son muchas, muchas las ocasiones donde nuestro Alcázar, como sucede con Sevilla, se nos explica solo... eso sí, para quien lo quiera entender.

José María Cabeza Méndez

viernes, 6 de marzo de 2015

Marzo, mes de la vida


Fotografía: Elisa Rodríguez
 Acaba de empezar marzo, mes de la vida. Cernuda dijo que las violetas, breves, mojadas, melodiosas, son un grito de marzo. Alas nacientes por el aire tibio. Se nota que don Luis Cernuda estaba en el lejano exilio, porque aquí florece la violeta en febrero. Marzo es palabra breve y sugerente. Se abre con una “eme” sensual y acariciadora. Sigue con la abierta “a” de primavera y, antes de que nos hayamos dado cuenta, aquí esta la “erre” y la “zeta”, las mismas de cierzo y zarza. Anuncian lo que de inhóspito e hiriente se nos viene. El  esplendor solar y el perfume del naranjo aún no han vencido cabalmente la larga estadía del invierno. Una oronda “o” acaba la palabra de modo definitivo y sin sucesión posible.

Mirad, ya está aquí el remolino de marzo, mes contradictorio como la vida. Ya se acerca el olor a incienso y las noches parecen de primavera tardía y hay bullicio en los bares a la hora del aperitivo. De un momento a otro restalla la flor de azahar. Pero..., ¿y este vientecillo helado que ha venido a estropear la mañana? ¿Y estas nubes que han ocultado el sol? Qué difícil hacer una maleta en marzo. ¿Me llevo la gabardina, el gabán o el abrigo? Da igual. Siempre termina uno equivocándose.

El aire, a veces frío, es de invierno. Pero las luces son ya de primavera. Al pasar por el portalón de una casa sevillana con patio es posible que oigáis, allá adentro, un pájaro anunciando el estío. Los días primeros de marzo suelen tener con frecuencia la suave tristeza y mansedumbre del otoño. Y de pronto, una mañana el cielo es de un azul tan vivo como el de una postal de los años treinta.

Pienso yo que Marzo, por su naturaleza tornadiza, es el mes que más insólitas sensaciones nos depara. Después del letargo del invierno, qué sorpresa ante el canto de los pájaros, ante el cielo azul, ante esas flores que nuestros sentidos habían relegado a simples datos de la memoria cuando están aquí vivas, rientes, carnales casi...  A uno, que ya va cumpliendo años, le invade una vaga nostalgia al ver cómo se renuevan los ciclos de la naturaleza en torno suyo, al oír la algarabía de las voces juveniles. Pero esta nostalgia es también tornadiza como el mismo marzo. Pues, a fin de cuentas, comprendemos que, mientras la vida esté a nuestro alrededor, nosotros somos también la vida.

Qué tibieza húmeda. A la caída de la noche sonarán las campanas dentro de nuestro pecho. En los viejos barrios de cualquier pueblo o ciudad andaluza las campanas continúan siendo omnipresentes, y con su tañido nos devuelven un eco argénteo de nuestra infancia. Pero qué remedio, amigos, qué remedio. Dadme una guitarra para calmar mis penas. Uno no tiene derecho de ponerse demasiado nostálgico en un artículo. Pero ustedes me disculparán. Porque saben como yo lo que ocurre cuando se hacen presentes, aviesos y sin avisar, los años. Qué animales extraños.

Fernando Ortiz