jueves, 3 de marzo de 2016

Oración al Cachorro. María Sanz


Señor mío, Dios río de Sevilla y Triana.

Señor mío, Dios río de mi abrupto paisaje,

regazo caudaloso donde aún me refugio,

sangre y agua, veneros que sin Ti no suceden.

La tarde es una sed que sumerge mis labios

en su propio vacío, redimiéndome el jugo

de la oración callada. Señor mío, Dios sangre,

ahora reconozco que no quise beberte

sin aridez extrema. La sed es un ocaso

donde aún te contemplo guardando tu agonía

fluvial en mi costado. Una tarde tan larga

no cabe en este Viernes, rebosan los celajes

y se inunda de malvas el cielo fugitivo.

Aquí tu Expiración es lo que fluye ahora

para desconsolarme con orillas de luto.

Tú eres el camino, la verdad y la herida

que mana su belleza a pesar de lo adverso.

Tú eres el destino, la bondad y la huida

hacia ninguna muerte, realidad que señala

lo que nunca serías sin la misericordia

alzada en tu perfil sobre el cielo clavado,

Señor mío, Dios río de Sevilla y Triana.
María Sanz

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